Cada momento histórico, la conocida etapa preflamenca, los cafés cantantes, la Ópera flamenca, los festivales que nacen sobre el terreno de cada pueblo, el apogeo de los tablaos, que comenzó en Madrid, siendo el Corral de la Morería una de las referencias mundiales…, tuvo una serie de artistas que cambiaron el devenir de los tiempos, tanto en el cante como en el baile y la guitarra.
Cantaores de fama
Figuras esenciales, en el cante, nos encontramos con muchas que debemos tener en nuestro imaginario, aunque no todas alcanzaron gran popularidad. Por un lado, las primeras: Tío Luis de la Juliana, primer cantaor del que se tiene constancia y de quien tan poco sabemos, nos adentra en un terreno de misterio. También El Planeta, otro de los artífices más tempranos. Enrique El Mellizo, Manuel Molina, El Fillo, Tomás El Nitri…
Silverio Franconetti, artista y empresario del siglo XIX, además de ser un creador infatigable que destacó en las seguirillas y las cabales, fue pionero en cuanto a la profesionalización y la apertura del flamenco a los públicos. Es decir, puso una piedra para la confección del espectáculo. Tras él se aparece la ristra de nombres que sí lograron, a su forma y en su momento histórico, alta popularidad con los medios técnicos necesarios para desarrollar una obra discográfica.
Paco de Lucía ha soslayado de puertas para afuera al resto de compañeros, ya que cambió la técnica, el sonido y la posición del instrumento, abriéndolo al mundo en formato de concierto, y no solo como acompañante, e incorporando al flamenco con contundencia el cajón, el bajo, la flauta, el saxo y la armónica a través del sexteto, entre los años 70 y 80
Hay cantaores, protagonistas de los primeros cilindros de cera, que nos conectan con los más remotos, esos que no llegaron a grabar: Antonio Chacón, el más elocuente y creativo, y Manuel Torre, gitano arcaico que rehuyó del falsete, como era habitual en la época, para utilizar su voz natural. Lorca quiso dedicarle un busto en la Alameda de Hércules de Sevilla, por donde solía pasar con sus galgos.
Tras estos dos bastiones se suceden La Niña de los Peines, la máxima figura de la Ópera Flamenca y su hermano Tomás Pavón, Manuel Vallejo, Pepe Marchena y otros tótems de la primera mitad del siglo XX, que darían lugar al reinado compartido por Manolo Caracol, de un lado, y Antonio Mairena, de otro, a lo largo del siglo. Ambos son dos de las influencias mayores que perduran hasta hoy, visibles en cualquier cantaor. Todos siguen hablando de Juanito Valderrama y su conocimiento del cante de las minas. De un tal Cojo de Málaga y su murciana. De tantos y tantos.

Los hubo, después, como Camarón de la Isla, que popularizaron el género jondo entre las masas, logrando un éxito. Otros, como Enrique Morente, El Lebrijano y Lole y Manuel refrescando aires y letras, que fueron artistas de artistas, entre sus compañeros, como Fernanda de Utrera en la soleá. Por esta razón gozan de tantísimos discípulos que siguen revisitando sus obras: Miguel Poveda, Marina Heredia, Estrella Morente, Arcángel, que van detrás de la generación de Fosforito, José Menese, El Cabrero, Pansequito, Juanito Villar, Rancapino, José de la Tomasa y los que, por necesidad de espacio, quedarán en el tintero.
La guitarra: Paco de Lucía, sobre hombros de gigante
En la guitarra, Paco de Lucía ha soslayado de puertas para afuera al resto de compañeros, ya que cambió la técnica, el sonido y la posición del instrumento, abriéndolo al mundo en formato de concierto, y no solo como acompañante, e incorporando al flamenco con contundencia el cajón, el bajo, la flauta, el saxo y la armónica a través del sexteto, entre los años 70 y 80. Tocó, por así decirlo, en las mejores plazas del planeta de una forma jamás vista. Sin embargo, antes, después y durante su carrera convivió con músicos imprescindibles, sin los cuales no podríamos entender el toque flamenco de hoy.
El maestro Patiño, en el siglo XIX, estableció algunas bases, como el toque hacia abajo y el rasgueo, que se siguieron después en los diferentes palos: la soleá, las alegrías… Es, por ello, uno de los padres de la bajañí, como se dice guitarra en caló.
Ramón Montoya hizo lo propio en su tiempo, además de abrir un camino para la guitarra de concierto, que en la farruca y la rondeña logró dos de sus cimas. Niño Ricardo, algo menor en edad, también. La expresividad de Melchor de Marchena pasará a la historia e inspirará otras sensibilidades, igual que la pulcritud y la pulsación de Sabicas y la magia por bulerías de Manolo de Huelva, quien le otorgo cierta estructura.

Los contemporáneos, Manolo Sanlúcar, Serranito, Rafael Riqueni y Vicente Amigo, llevarán un mismo lenguaje compuesto en falsetas a diferentes discursos y darán lugar a uno de los panoramas más ricos de la música de todos los tiempos. Cada uno de ellos alcanzó una voz propia con la sonanta, creando la técnica precisa para ello. Iconos como Moraito y Tomatito también merecen una mención. Juan y Pepe Habichuela, Raimundo Amador, Manitas de Plata y otros pocos nombres escriben con las seis cuerdas las idas y venidas de la guitarra, cuya cadencia y sonoridad ha emocionado a los estandartes más poderosos de la cultura, como Picasso, B.B King e incluso Maurice Ravel, este último mucho antes.
Y el baile
El baile, curiosamente, fue el primero en tocar las puertas de las mejores plazas del planeta. Es decir, nuestro gran escaparate: La Macarrona, La Mejorana, Carmen Amaya, Antonio El Bailarín, Vicente Escudero, Pilar López, Matilde Coral, Antonio Gades, Mario Maya, Farruco, El Güito… Maestros de un arte en movimiento que no cesa de posicionar la marca España en el extranjero y de ganar adeptos en nuestras fronteras.

Así, el trabajo que desde hace décadas hacen Eva Yerbabuena, Sara Baras, María Pagés, Rocío Molina, Israel Galván y Farruquito, por mencionar propuestas tradicionales y de vanguardia, algunas de las cuales han estado presentes en el Corral de la Morería, mantienen viva en las principales programaciones de Estados Unidos, Asia y Europa.
El piano de Dorantes y el de Chano Domínguez, Pitingo, Manzanita, Lola Flores, Parrita… También Bambino en la rumba y María Jiménez. José Mercé, quien más discos vendió, y Paco Cepero o Chiquetete. Niña Pastori, Paco Toronjo, Jorge Pardo… ¿Quién ha sido el más popular de los flamencos? ¿Cuál, de todos, es su favorito?