El traje de flamenca se ha convertido, con los años, en una referencia capital de la marca España dentro y fuera de nuestras fronteras. Lejos de quedar estancado en su evolución o expuesto como si de una pieza de museo se tratase, goza de toda una industria a su alrededor: con tendencias, diseñadores con proyección internacional y eventos de la notoriedad de Simof, que cada año sirve de gran escaparate de la moda flamenca.
Principio humilde
Los orígenes de estas vestimentas propias de la cultura andaluza son algo inciertos. Si bien, tienen una raíz humilde. Eran las mujeres campesinas y las gitanas que iban con los tratantes a las ferias de ganado las que llevaban una especie de batas de faena. Estas modestas prendas de percal, a finales del siglo XIX, lucían adornos en forma de volantes. Y es en ese contexto en el que la burguesía, que empieza a asistir a una incipiente Feria de Abril aún vinculada al ganado, se fija en este traje y se produce un viaje de ida y vuelta. Llamará la atención de pintores y escultores. De románticos y costumbristas, estilos dominantes. De artistas, en general, de la talla de Picasso. Y la Exposición Universal de 1922, celebrada en Sevilla, se proclamará como la vestimenta oficial para asistir a la feria de la ciudad.
Aquel traje no excesivamente decoroso cambió de clase social. Se abrió entre los ciudadanos y, después, al mundo, ganando ornamentación y puliéndose a un mismo tiempo, enriqueciéndose también de los más variados complementos propios de la cultura andaluza y española: desde mantones de Manila hasta abanicos y peinetas
No fue Sevilla, sin embargo, la única impulsora de este traje, pues en el resto de territorios se vivió un desarrollo similar. Aquel traje no excesivamente decoroso cambió de clase social. Se abrió entre los ciudadanos y, después, al mundo, ganando ornamentación y puliéndose a un mismo tiempo, enriqueciéndose también de los más variados complementos propios de la cultura andaluza y española: desde mantones de Manila hasta abanicos y peinetas.
El traje de flamenca, durante décadas, será la vestimenta no oficial de las intérpretes del flamenco: cantaoras, bailaoras y guitarristas. No solo se verán en las ferias, romerías y otras fiestas de todo el país, como El Rocío, poblando de luz y color múltiples derroteros, sino en los escenarios, donde seguirá ganando proyección a través de las máximas figuras del flamenco y de la copla.

De este modo, cuando a la cabeza se viene una ristra de nombres vinculados a esta cultura, como el de Lola Flores o Rocío Jurado, por ejemplo, uno visualiza los atuendos con los que hicieron carrera. Los cafés cantantes se llenaron de trajes, también los tablaos, las televisiones y un sinfín de espacios: desde fiestas de colegio hasta pasarelas de moda.
Diseñadoras y tendencias
El flamenco, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad según la Unesco, es un arte que presume de tener el único traje regional de España que se renueva cada año. Su precio oscila en una amplia horquilla de precios, que desde los 100 euros en adelante podría ajustarse a cada bolsillo según el diseño. Los colores, asimismo, varían cada temporada, así como la colocación de la flor, los tejidos, peinados y toda la indumentaria que lo define, donde se aúnan, como en el propio flamenco, elementos andaluces y castellanos, así como de otras culturas, especialmente la gitana.
Rocío Peralta, Aurora Gaviño, Vicky Martín Berrocal, Pilar Vera y Juana Martín son algunas de las máximas exponentes de una moda que ha vestido a la Reina de España, doña Leticia, duques, nobles, flamencos y extranjeros a lo largo y ancho del planeta.