La debla es uno de los denominados estilos de toná. Es decir, cantes flamencos a palo seco, sin acompañamiento de guitarra, tan solo el golpeo a un yunque, lo que evoca a las viejas fraguas, o ni siquiera eso. El único instrumento es la voz, como sucede en la trilla.
Tiene una melodía bien definida desde que el cantaor Tomás Pavón la grabara en unos registros históricos, donde se vinculaban estos sonidos al barrio sevillano de Triana. Al parecer, quien fuera hermano de La Niña de los Peines descubrió la debla allí y la enriqueció, siendo el primero en ofrecérsela así al mundo. Desde entonces, esta es la principal referencia. No suele aparecer sola, sino como parte de un martinete.
La palabra, en caló, significa ‘diosa’. Otra teoría que trata de explicar su origen etimológico la ofrece el investigador José Blas Vega, quien referencia al cantaor Blas Barea como artífice. De ahí que todos señalaran que esta era la «toná de Blá», dicho en andaluz, y debla se quedo para la historia.