De la amplia baraja de palos que componen el flamenco, la farruca, de origen incierto, aunque a menudo vinculado a la tierra a la que hace alusión en su letra, Galicia, es uno de esos que con el tiempo ha ido cayendo en el olvido. En la actualidad, no muchos cantaores la interpretan en su repertorio. En la guitarra tampoco goza de demasiada popularidad, aunque algunos músicos, como Rafael Riqueni y Niño de Pura en sus últimos discos, la han grabado. Es el baile, gracias a Faíco, quien desde Madrid creó una coreografía muy recordada con Ramon Montoya al toque, mantiene viva su llama.
Pertenece al grupo de los tangos, de ahí su compás, que tiene aires de zambra y poso de tiento. La letra, como apuntamos, ha variado poco, solo José Menese, en ‘Cayó al suelo una paloma‘ en el disco ‘La palabra’, se atrevió a variar en profundidad el texto en complicidad con Francisco Moreno Galván. Ese texto que antes ya registraron Manuel Torre, la Niña de los Peines y El Mochuelo, entre otros.
Su melodía, que anuncia bellas cadencias desde la salida («tran, tran, tran, tran treiro…»), la caracteriza sobre manera. De versos octosílabos y ajustada al modo mayor, en lo que a la tonalidad se refiere, la farruca, como se llamaban en Andalucía a las mujeres salidas de Galicia, es un cante intimista con aura de misterio.