El folclore astuariano y gallego, es decir, del Norte de España, se aflamenca en el Sur y se muestra a través de diferentes palos, estilos y variantes. Una práctica muy común en determinadas épocas, como principios del siglo XX, que incorpora elementos y canciones de otras regiones a lo jondo. La praviana y la montañesa son dos ejemplos de ello.
La flamencología entiende el origen de este palo en desuso, la praviana, se asocia al pregón de los caramelos de Macandé: «A la salida de Asturias…». El Cojo Luque, El Mochuelo, María La Talegona y La Niña de los Peines la grabaron. La versión que ha quedado como canónica, sin embargo, es la del cantaor malagueño Niño de Rosa Fina, quien hizo de ella uno de sus emblemas. Praviana, por cierto, viene de la población de Pravia.
En la actualidad ha desaparecido de los repertorios de los artistas. Uno de los cantaores más longevos que todavía tiene apariciones esporádicas la ejecuta: Jesús Heredia, vinculado al barrio de Triana. También Manuel Tejuela, de León, este a compás de bulería.
Tiene un amplio arco melódico en su estructura, reiteraciones en tonos mayores y cadencias que evocan al Norte. La letra, a paisajes rurales.